Miércoles, 24 de mayo: A kiss from a rose.

Seal es uno de mis cantantes favoritos desde siempre, bueno desde 1990 que es cuando empezó su carrera musical con dos de los temazos de la década: Killer y Crazy. Me gusta especialmente su voz y esa sensibilidad tan especial que tiene cuando canta.

Hoy he elegido A kiss from a rose. Canción que se incluyó en la bso de la película Batman Forever y que es quizás la más famosa del cantante británico.

Adoro esta canción, ¿es la que más me gusta de él? Bufff, difícil decirlo. Tiene 3 o 4 canciones que me llegan al corazón y al alma. Pero ésta tiene algo que no tienen las otras… ésta es una de esas canciones que compartimos mi amor y yo.

No soy de esas personas que adoptan los gustos de su pareja para sentirse más «¿iguales?». No, yo tengo mis gustos y preferencias que no tienen que ser las mismas que las suyas. Algunas, como esta canción, son compartidas y eso es genial. Las disfrutamos el doble. Otra cosa es que queramos compartir lo que nos gusta o emociona con nuestra otra mitad. Hacerle ver con nuestros ojos lo que nos hace sentir ciertas canciones, libros o lo que sea que nos emocione. Contagiarle esa pasión que sentimos. Quizás a ti no te emocione tanto como a él, pero entenderás el porqué de su pasión por ello.

Mi amor y yo somos muy de música. Él es más de clásica, de Beethoven, Mozart o Haendel. El barroco le apasiona. Yo soy más de músicas actuales, toda la que se hizo a partir de 1950… Pero no se si he dicho que vengo de una familia de músicos, así que, en realidad, me gusta toda la música. Soy muy ecléctica en mis gustos. Muchas veces escuchar una u otra depende del momento, del estado de ánimo o echo a suertes lo que escuchar. Creo que esa es una de las cosas por las que seguimos juntos. Una de las muchas, es cierto.

Esta canción para mí es una de esas canciones que pueden hacerme regresar a mí misma cuando más perdida en mis emociones estoy. Una de esas canciones que sanan el alma porque conecta mi emoción con momentos felices.

Hoy me apetecía compartirla por que sí. Porque es una canción preciosa, simplemente por eso. A veces no hay que darle tantas vueltas a todo. Sólo disfrutar el momento.

Viernes, 30 de octubre: Wonderful life.

Hay días en los que una se despierta sin palabras. En mi caso no suele pasar demasiado a menudo. Pero hoy es uno de esos días.

Llevo toda la semana en que apenas duermo unas cuatro horas por noche. Las mañanas anteriores aún me despertaba bien, lúcida y descansada; hoy no. Hoy estoy como si me hubiera pasado por encima una apisonadora.

Por eso hoy traigo una canción maravillosa. Wonderful life de Black. Una de esas canciones que, al igual que hace Let it be, te invitan a dejar que pase, la vida, las penas pero también las alegrías. Porque la vida es maravillosa y porque todo pasa, y como decía Machado: «lo nuestro es pasar.»

Domingo, 13 de septiembre: Hoy será.

Hay días en que basta con creer…

No estemos serios aquí no pasa nada
Hoy es el día, no puede haber más ganas
Esta llegando te dije que esperaras
La vida está llamando, quien dijo que mañana
Hoy será, sabes hoy será
Se trata de lo nuestro, se trata de empezar
Y hoy Será, sabes que hoy será
La suerte esta cambiando, hoy vamos a ganar
Siente que el mundo esta a tus pies
Siente que hoy todo puede ser
Hoy será, sabes que hoy será
Las penas son de ayer
Sabes que hoy todo puede ser
No queda tiempo, sujeta bien las alas
Hoy despegamos, lo de ayer no pesan nada
Tus manos son las venas, tus pies serán dos balas
Estamos ready, que mando no manda nada
Hoy será, sabes hoy será
Se trata de lo nuestro, se trata de empezar
Y Hoy Será, sabes que Hoy Será
La suerte esta cambiando, volvamos a empezar
Siente que el mundo esta a tus pies
Siente que hoy todo puede ser
Hoy Será, sabes que Hoy Será
Las penas son de ayer
Sabes que hoy todo puede ser
Siente que el mundo esta a tus pies
Siente que hoy todo puede ser
Hoy Será, sabes que Hoy Será
Las penas son de ayer
Sabes que hoy todo puede ser.

Hoy me he levantado con ganas de CREER, sí así, en mayúsculas. Y cuando empiezas a creer pasan cosas maravillosas. Como que te quedes sin palabras para empezar una entrada, no porque las palabras no sean lo tuyo (que no es el caso) sino porque entre tanta palabrería como hay en tu mente ninguna es, de lejos, ni la mitad de buena que la letra de la canción que has elegido para hoy. Así que, ¿por qué no?… Mejor dejar que sea Antonio Orozco el que el abra la entrada, no sólo con su música sino también con la letra de su canción. Una de las canciones talismán más potentes que se pueden escribir. Ante eso yo no puedo competir… Hoy será…

Hoy será el día, lo presiento… Tras casi una semana de días raros sucediéndose uno tras otro, hoy siento que será uno de esos días luminosos, felices… Quizás porque ayer noche, recuperé uno de los libros que más me marcaron de niña. Buscaba un libro «feel good», uno de esos libros que te hacen sentir bien, para contrarrestar los efectos de la última novela leída. Pero me reencontré con Paulina de Ana María Matute, y no pude (ni quise) resistirme a volver a leerla.

Porque la literatura, como la misma vida, te deja marcas. Hay novelas tan oscuras que de alguna manera te dejan parte de esa oscuridad. También hay novelas luminosas que te devuelven la fe en el género humano y en ti misma. Pero también hay novelas que cuando las lees te marcan de una manera muy, muy especial. Libros que son como llegar al calor del hogar en un día gélido. Libros que son como los buenos amigos, pocos y fieles. Libros que, sólo con saber que están ahí ya te hacen sentir mejor. Libros que son como una infancia feliz, por eso es mejor no volver a leerlos, como es mejor no regresar a los lugares donde has sido feliz…

Paulina es uno de esos libros. Lo leí de niña, fue una de las lecturas obligatorias del colegio. Esas lecturas que generalmente no me gustaban… Mira que he sido lectora voraz toda mi vida, incluso antes de saber leer. Tengo una divertida anécdota de mi primer día en el parvulario. Tenía cinco años y empecé el curso unos días más tarde que las demás niñas porque había estado enferma. Recuerdo que ese verano mi madre me había estado mentalizando, me había estado diciendo que iría al cole como mi hermano mayor y que aprendería a leer y escribir como él. Y yo debí interiorizarlo muy bien, porque incluso me enamoré de un libro antes de poder leerlo. Y mi madre tuvo que comprármelo… Era una versión infantil e ilustrada de las fábulas de Samaniego. Mi primer libro «feel good». Bueno, pues el primer día de clase en el parvulario, yo iba toda concienciada de que iba a aprender muchas cosas interesantes, pero cuando llevaba como una hora sentada en el suelo, en circulo junto a otras niñas, jugando, me levanté y me fui para la señorita para decirle, muy digna yo, que mi madre me había dicho que al cole se iba a aprender, que para jugar me habría quedado en casa con mi hermano pequeño. Se lo solté todo de una tirada y gesto enfurruñado, y ella se rió y me sentó en un pupitre, y en una hoja me hizo escribir círculos y palotes. Ni que decir tiene que cuando llegué a casa a mediodía le dije a mi madre que ¡¡¡ya sabía escribir!!!

Pues eso, que Paulina me marcó mucho, aunque empecé a leerla con un poco de aprensión al principio. Pero esa sensación me duró el primer párrafo. Al final del primer capítulo estaba completamente rendida a ella. Terminé el libro en un suspiro… Y eso que mi madre era muy estricta a la hora de dormir, cada noche tenía que obligarme a dejar el libro y apagar la luz a las diez en punto.

Pues todo eso vino de nuevo a mí anoche cuando abrí de nuevo Paulina. Volví a ser la niña que fui, hasta tal punto que incluso cerré el libro (es un decir, porque es un kindle) y apagué la luz a las diez en punto… Ahí volví de mi viaje por el tiempo y me dije que no es cierto eso de no volver a los lugares que has sido feliz. Al contrario, cuando estás perdido y no encuentras la salida, lo mejor es volver allá donde fuiste feliz…

Para haber empezado la entrada sin palabras, he acabado encontrándolas a toneladas… No es mérito mío, ha sido el maestro Antonio Orozco…

Domingo de creer…

Miércoles, 26 de agosto: Yo no te pido la luna (Non voglio mica la luna)

Hay días grises, en los que no te levantarías de la cama. Días en los que sientes que no tienes ni fuerzas ni ganas de llevar el peso del mundo sobre tus hombros, de fingir que estás genial, que todo está bien, de fingir una sonrisa que estás muy lejos de sentir. Hay días grises en los que es mejor dejar que pasen, porque, como todo en esta vida, hasta los días más grises pasan. Porque igual que los días brillantes y soleados, los días grises sólo tienen 24 horas.

Hay canciones que son mucho más que canciones. Algunas son poderosos antídotos contra los días grises. Muy poderosos. Basta con escucharlas unos segundos y sientes como todo el gris se va tiñendo de colores. Débiles en un principio, pero para cuando llega el estribillo notas que has empezado a sonreír y no te habías dado cuenta. Al final, resulta que acabas cantándola a pleno pulmón sin importarte que la afinación brille por su ausencia, ni lo que puedan pensar los vecinos.

Una de mis canciones/antídoto es, desde hace muchísimo tiempo, Non voglio mica la luna (Yo no te pido la luna en su versión en castellano) de Fiordaliso. Desde 1983 lleva animando mis días grises… bueno, no sólo esos días por supuesto. Una de las canciones de mi vida, sin lugar a dudas.

Daniela Romo adaptó la canción al castellano, en 1984. Una gran versión, pero a mi siempre me ha gustado más la original de Fiordaliso, que también la cantó en castellano, algo muy común en casi todos los cantantes italianos.

Hasta que en 2011 Sergio Dalma la versionó para su álbum Via Dalma II. Fue escucharla y caer rendida a sus pies. Algo bastante normal tratándose de Sergio Dalma, que me tiene enamorada desde aquel lejano «Esa chica es mía».

Hay canciones poderosas que se vuelven aún más poderosas cuando más las necesitas. Porque ese es el poder de la música, que siempre está ahí, dispuesto para animarte el día…

Porque aunque yo no te pido la luna, no negaré que me encantaría que tú me la bajaras…